lunes, 9 de febrero de 2015

Tu hoja de ruta

En nuestro anterior post, hablábamos de metas y de propósitos para este año, de los objetivos que nos hemos planteado, cómo debían ser.

Ahora ya metidos en pleno mes de Febrero, algunos de estos propósitos ya los tenemos en marcha mientras que otros puede que ya se hayan perdido en nuestra memoria para sacarlos dentro de once meses y volver a planteárnoslos en la próxima Nochevieja.

Precisamente de éstos últimos quería hablar. Si el objetivo propuesto lo hemos desechado en apenas 40 días, significa que el objetivo no se ha planteado correctamente. Lo primero que debemos hacer es analizar las causas de por qué no hemos alcanzado el objetivo y volver a plantearlo de nuevo, recordando las características que mencionamos en la anterior entrada: el objetivo debe ser propio, alcanzable y concreto.

Desgrana tu objetivo

Los objetivos deben poder desgranarse en otros más pequeños, pequeños hitos que nos permitan alcanzar el objetivo final. La ventaja de estas pequeñas metas es que cada vez que los alcanzamos, nos refuerza para alcanzar el siguiente.

Siéntate, tómate el tiempo que sea necesario y escribe tu propia “hoja de ruta”. Compártela si lo crees necesario, pero hazlo con quien puedas apoyarte, pedir consejo o ayuda, pero recuerda, la meta final es tuya, que no te condicionen.

Es posible que algunos de estos objetivos no puedas alcanzarlo, no decaigas nunca. Siéntate de nuevo con tu “hoja de ruta”, busca el por qué, toma planes de acción, reformula el objetivo y vuelve a la carga. Tómate este contratiempo como un nuevo aprendizaje.


Modificar la hoja de ruta no supone un fracaso, tan sólo un nuevo e ilusionante camino para alcanzar tu objetivo.

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