En nuestro anterior post, hablábamos de metas y de
propósitos para este año, de los objetivos que nos hemos planteado, cómo debían
ser.
Ahora ya metidos en pleno mes de Febrero, algunos de estos
propósitos ya los tenemos en marcha mientras que otros puede que ya se hayan
perdido en nuestra memoria para sacarlos dentro de once meses y volver a planteárnoslos
en la próxima Nochevieja.
Precisamente de éstos últimos quería hablar. Si el objetivo
propuesto lo hemos desechado en apenas 40 días, significa que el objetivo no se
ha planteado correctamente. Lo primero que debemos hacer es analizar las causas
de por qué no hemos alcanzado el objetivo y volver a plantearlo de nuevo,
recordando las características que mencionamos en la anterior entrada: el
objetivo debe ser propio, alcanzable y concreto.
Desgrana tu objetivo
Los objetivos deben poder desgranarse en otros más pequeños,
pequeños hitos que nos permitan alcanzar el objetivo final. La ventaja de estas
pequeñas metas es que cada vez que los alcanzamos, nos refuerza para alcanzar
el siguiente.
Siéntate, tómate el tiempo que sea necesario y escribe tu
propia “hoja de ruta”. Compártela si lo crees necesario, pero hazlo con quien
puedas apoyarte, pedir consejo o ayuda, pero recuerda, la meta final es tuya,
que no te condicionen.
Es posible que algunos de estos objetivos no puedas
alcanzarlo, no decaigas nunca. Siéntate de nuevo con tu “hoja de ruta”, busca
el por qué, toma planes de acción, reformula el objetivo y vuelve a la carga.
Tómate este contratiempo como un nuevo aprendizaje.
Modificar la hoja de ruta no supone un fracaso, tan sólo un
nuevo e ilusionante camino para alcanzar tu objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario